14 años después: el funcional pero parcializado regreso de Borat.

Póster Oficial

Corría 2006 cuando el comediante, actor, guionista y productor británico Sacha Baron Cohen entregó una cinta que se volvería icónica por su ingeniosa y mordaz crítica a los Estados Unidos a través del falso documental: Borat, lecciones culturales de Estados Unidos para beneficio de la gloriosa nación de Kazajistán.

El impacto de aquella película catapultó la carrera de Cohen, ya que posterior al estreno, continuó con diversas actuaciones y otros proyectos que lo situaron como uno de los referentes de la industria tanto televisiva como cinematográfica de los últimos años. Desde trabajos como actor de doblaje (la trilogía de Madagascar), pasando por estar a las órdenes de directores de renombre como Martin Scorsese (Hugo) o continuar con sus propias producciones (El Dictador, Brüno).

14 años después de traernos al reportero más famoso de Kazajistán, Sacha lo trae de regreso para una secuela que llega en tiempos de pandemia y con elecciones a la vuelta de la esquina. El resultado: una cinta que continúa con la fórmula que lo llevo al estrellato pero que, curiosamente, se siente más contenida e incluso parcializada por un partido.

LA HISTORIA

Tras pasar 14 años realizando trabajos forzosos, el gobierno kazajo decide liberar al periodista Borat. La liberación lleva consigo una condición: Borat debe viajar a Estados Unidos para entregarle un soborno al vicepresidente Mike Pence, en medio de las elecciones presidenciales de 2020 y la pandemia de COVID-19.

OPINIÓN

Uno de los valores más altos de esta producción es el humor que consiguen la dupla Baron Cohen–Jason Woliner, este último conocido por su faceta como director de proyectos como Eagleheart (2010) o The Last Man on Earth (2015). Cada escena logra combinar las carcajadas con la reflexión sobre temas como el racismo, la xenofobia, el extremismo o la ignorancia en asuntos concernientes a la pandemia, todo con una línea de humor políticamente incorrecto.

Sin embargo, esta irreverencia que por lapsos se torna acertado y bastante llamativo, sucumbe ante una mirada parcial que no crítica a los dos lados, sino que se centra a atacar al partido Republicano. Esto le quita mucho del espíritu del propio personaje, quien en la primera película sacaba las facetas más irreales de ambos partidos.

Aunque funcionales, las escenas y el montaje parecen estar extendidos pero a la vez abrumados por todos los temas que pueden tocar. Si bien, tenemos un constante bombardeo a los temas relativos a las mujeres y un machismo que no desaparece retratado por el bagaje cultural del propio Borat (una característica que funcionaba como sátira hasta para la hipersensibilidad de activistas del movimiento) termina por ser explotado hasta el hartazgo, atacando a una sociedad que incluso se escandaliza pero sin cuestionar el otro lado del mundo donde más se requiere de esta lucha.

Las actuaciones son excelente. Baron Cohen sigue trayendo al mismo polémico personaje e incluso, actualiza de buena manera sus chistes y actitudes. Maria Bakalova, quien encarna a Tutar, la hija de Borat, se roba varios momentos de la película. La química de los dos actores es el punto más destacado de los casi 90 minutos que dura la cinta.

Conclusión

Borat: Subsequent Moviefilm actualiza de manera funcional al personaje kazajo, con un humor que sin duda resulta necesario para estos tiempos de hipersensibilidad. Sin embargo, el hecho de que se perciba como un panfleto a favor de un partido en época electoral, le resta ese carisma que tanto hizo destacar la propuesta de Sacha Baron Cohen.

Tráiler Oficial