Una película que cumple a secas que deja con ganas de más.

Póster oficial

La lucha libre ha tenido grandes figuras en su larga y vasta historia. En México, nos tenemos que remontar a Salvador Lutteroth en la década de los treintas, quien comenzó con la idea de traer este deporte espectáculo al país y así comenzar a formar a gladiadores que forjarían, a través de sus máscaras o cabelleras, un legado impresionante qué está por cumplir un siglo.

Entre los grandes nombres como El Santo, El Cavernario Galindo, Blue Demon, Dr. Wagner, El Perro Aguayo así como las dinastías de los Casas, los Dinamita y los Alvarado, por citar algunos, la lucha libre es el deporte popular por excelencia. Pero en medio de un ambiente rodeado de hombres y machismo, nació una variante de gladiador conocido como el exótico, qué usualmente se caracterizaban con vestuario y elementos alusivos a la homosexualidad, fungiendo como los parias, el añadido cómico de los encordados usado como mero divertimento.

Pero hubo una figura que se alzó por encima de eso, un luchador profesional abiertamente homosexual que aceptó su identidad y supo llevar a los exóticos a otro nivel ya fuera por su calidad en el ring, su gran carisma o incluso su forma de conectar (o provocar) a la gente. Conocido como Cassandro, de nombre verdadero Saúl Armendáriz, llegó a ser campeón de las compañías NWA y UWA, enfrentándose a grandes rivales como el Hijo del Santo y sirviendo como un parte aguas para toda una generación de deportistas que, lucha a lucha, buscan emular el éxito de este gran personaje.

El director y productor Roger Ross Williams (The Apollo, God Loves Uganda) decidió llevar la visa de este afamado luchador a la pantalla con Cassandro, que tuvo un estreno limitado en salas y llegó ya a la plataforma de Prime Video, donde el mexicano Gael García Bernal se mete en la piel de esta leyenda de la lucha libre en una muy edulcolorada versión de los inicios de la carrera del exótico, tomándose sendas libertades con el fin de crear una cinta motivadora y alegre más cercano al melodrama televisivo.

La cinta, coescrita por Williams y David Teague, muestra a Saúl (García Bernal) desarrollándose como un ‘jobber’, luchador ya sea del bando rudo o técnico, que es usado para hacer lucir bien a su rival y normalmente pierde siempre. Sin embargo, Armendáriz busca una oportunidad para crear algo memorable en el ring, encontrando abrigo con una entrenadora (Robert Colindrez) que ve en él algo más. Sumado a eso, la historia pone un foco especial en la relación que el gladiador tiene con su madre Yocasta (Perla de la Rosa) y su alejado padre.

Si bien el relato juega con la cuestión de la homosexualidad del protagonista a través de una relación oculta con otro luchador, es ese factor uno de los puntos más débiles del proyecto, pues aleja el foco de las complicaciones que enfrentó Cassandro por ser abiertamente gay en una industria machista que no se tomaba a bien sj presencia, temiendo que su personalidad y actitudes fueran una falta de respeto al deporte de los encordados. Incluso peca de cambiar varios hechos y omitir otros drásticamente importantes por el bien de un relato mucho más incluyente pero temeroso de mostrar los prejuicios y momentos más duros de su camino al éxito.

Gael García Bernal hace un trabajo bastante bueno al prepararse físicamente para subirse al ring al lado de otros luchadores profesionales que, a forma de homenaje, hacen presencia en la película como Mosnter Clown, Texano o Lady Shani, llegando hasta la sorpresiva aparición del Hijo del Santo, gladiador clave en la carrera de Cassandro pues fue su rivalidad con él y ese apoyo que tuvo de su parte los llevó a terrenos europeos insospechados el que elevaron al gladiador exótico con todo el espectáculo que su presencia conllevaba, abriendo la puerta a muchos más para ser quienes eran y seguir su sueño dentro del ring.

Si bien ese mensaje esperanzador persiste, hay detalles en la dirección que no ayudan a crear la necesaria emotividad para Cassandro. La muerte de su madre, el duro reencuentro con su padre e incluso los momentos dentro del ring carecen una destreza adecuada detrás de la cámara. No qué decir de que nunca se atreve a ahondar en los dilemas de las adicciones qué enfrentó o el maltrato y discriminación de sus colegas de oficio. Aquí, realmente no tenemos un momento memorable, quedándose en lo meramente anecdótico para un personaje tan interesante como el luchador.

A pesar de los detalles de guion, es la presencia de Gael al lado de adecuadas decisiones en la música de Marcel Zarvos o el diseño de producción de J.C. Molina que aprovecha los escenarios diversos qué van desde un taller de autos hasta el Domo de Cobre para montar las luchas vistas, lo que hace que Cassandro sea un producto cumplidor a secas que deja con ganas de más debido a la naturaleza romantizada de su figura en este largo así como a la personalidad de Armendáriz y su carácter de leyenda, esa que se muestra de mejor forma en el documental Cassandro El Exótico (Losier, 2018) o el corto homónimo convertido en el largometraje Los Exóticos (Ramos Araizaga, 2013).

Tráiler oficial