Yorgos Lanthimos desatado.

Póster oficial

Tras el éxito crítico y de taquilla de Pobres criaturas (Poor Things), las expectativas por el siguiente trabajo de Yorgos Lanthimos son grandes. Su estética, sus historias que se alejan de la oferta del mercado cinematográfico y de los nombres involucrados tanto en actuación como en el apartado técnico, son motivos más que importantes para prestar atención a lo que haga el realizador griego.

Sin embargo, aquellos componentes con los que logra trastocar al ejercicio cinematográfico que van desde un humor retorcido, el aspecto de libertad sexual mostrada con nulos tapujos hasta el de historial surreales llenas de una imaginación inquieta, muestran su cara más caótica, una que hace que los esfuerzos se enfoquen más en la forma y lo shockeante que en construir una historia sólida que dé la apertura para plasmar con fuerza sus temas.

En esta ocasión, el realizador apuesta por tres historias: un hombre que trata de asumir el control de su propia vida, un policía cuya esposa parece una persona distinta y una mujer que busca a alguien que tiene una habilidad especial.

Como no podía ser de otra manera, Yorgos Lanthimos entrega una cinta bien realizada, con sus aspectos técnicos en alto nivel. Por un lado, la fotografía de Robbie Ryan eleva cada locación con una belleza opaca pero vibrante, dándole ese sello de identidad a la película. Por otro lado, la música de Jerskin Fendrix (quien trabajó con Lanthimos en Poor Things y que nuevamente hace un cameo) le imprime ese tono surreal, incorporando canciones de artistas que van desde Eurythmics hasta Cobrah, mismas que calzan perfectamente con cada escena.

El vestuario es impecable, el maquillaje y efectos visuales son de primer nivel. Todo esto llevado por una dirección que explota diversos recursos a cámara, demostrando que Yorgos es un realizador con talento y precisión para construir lo artístico. Pero, lo que más resalta son las actuaciones, un cast lleno de talento incuestionable con Willem Dafoe (nuevamente brillando con luz propia), Jesse Plemons (apunta a nominaciones), Margaret Qualley (siguiendo la estela demostrada en Las Cosas Por Limpiar), Hong Chau (destaca en las pocas apariciones que tiene) y por supuesto Emma Stone, quien hace suya cada escena, demostrando que la química que tiene con Lanthimos es espectacular (¿tercer Oscar?)

Pero hay un rubro fundamental que sepulta la experiencia lamentablemente: el guion. No es extraño ver al cineasta griego plasmar historias poco convencionales y bañadas en la oscuridad de un humor peculiar. Cuando se ejecuta de manera correcta salen títulos como La Langosta, El Sacrificio de un Ciervo Sagrado, Canino, La Favorita o Poor Things, o sea, una experiencia peculiar pero impresionante.

No obstante, al centrarse en el shock y en una superficial complejidad temática, la trama se tambalea, se arrastra, se hace densa, no deja claras las motivaciones de los personajes ni sus acciones, haciendo que las más de 2 horas y media de duración terminen por no dejar claro el propósito y mucho menos los temas que quiere tocar su guion. Es un desconcierto constante producto de escenas que parecen enfocadas más en causar polémica que en contribuir a un fin narrativo.

Aunque la película es experimental y la cohesión de sus historias sea meramente temática lo cierto es que la ambigüedad de las motivaciones de sus personajes junto a unas tramas que realmente no se siente sólidas hacen que el espectador no conecte, sintiéndose más como una obra construida para abordar los temas que le interesan al realizador sin pensar en el público, enfocándose más en generar vanguardia que en la realización de un filme.

Tipos de Gentileza es una propuesta arriesgada, abstracta, experimental, de oscura comedia. Si eres de aquellas personas que buscan una propuesta rompedora sin importarle la trama y disfrutas del estilo visual de Lanthimos, esta es la película que debes ver.

Tráiler oficial