Arrakis en plenitud y el cine ha ganado una nueva joya.

Póster oficial

Denis Villeneuve es un director que genera altas expectativas gracias a una filmografía variada y de altos vuelos. Destacando cintas como Incendies, Blade Runner 2049, Sicario, Arrival y por supuesto Duna: Parte 1, el canadiense se ha posicionado como uno de los realizadores más respetados, sobre todo con la continuación de su último proyecto, del cual es un fan declarado que ha cumplido el sueño de su juventud: llevar a la gran pantalla la obra cumbre de Frank Herbert.

La primera mitad del traslado de la primera novela de la saga con base en Arrakis tuvo una recepción positiva y la taquilla adecuada para continuar con este universo ficticio. Si bien en lo técnico deslumbró, lo cierto es que la manera en la que Villeneuve planteó este mundo tuvo sus señalamientos, sobre todo por una falta de acción que puede discutirse.

Sin embargo, la segunda película que cierra con el primer libro ha solventado sus defectos y amplificado sus virtudes, entregando un auténtico espectáculo cinematográfico que dejará huella, con potencial para que en el futuro ocupe su correspondiente lugar como uno de los clásicos en la historia del cine.

Paul Atreides se une a Chani y a los Fremen mientras busca venganza contra los conspiradores que destruyeron a su familia. Enfrentándose a una elección entre el amor de su vida y el destino del universo, debe evitar un futuro terrible.

La cinta es una secuencia de excelentes decisiones que mejoran lo conseguido en la primera cinta a gran escala. El guión que tambaleaba y daba un ritmo lento aprovecha lo dejado afuera para construir un relato con impresionantes escenas de acción gracias a sus batallas épicas, espectaculares apariciones de los gusanos de arena e incluso los momentos de fanatismo (aspecto manejado de mejor manera que en la novela) que son una delicia visual.

Hay que mencionar que existen varios cambios respecto al material de origen en favor del formato cinematográfico. Estas decisiones benefician y son coherentes con la propuesta narrativa de Villeneuve, demostrando que las adaptaciones requieren de un respeto por la esencia que el autor imprimió en un primer momento y tras esto, los caminos diversos son más que bienvenidos cuando se hacen las cosas con cuidado al detalle.

Se continúa con una fotografía maravillosa a cargo de Greg Fraser, quién en cada fotograma entrega postales de belleza deslumbrante. A esto se le suma una elección de vestuarios de brillante constitución, destacando sobre todo los que usa Lady Jessica, locaciones que hacen ver al desierto como un lugar majestuosa estampa y dándole una existencia palpable no sólo a Arrakis sino a Geidi Prime con su monocromo en el coliseo, al hogar del Emperador o hasta de visiones que son auténticos viajes audiovisuales.

También se destacan el sonido y la música. En el primer aspecto, hay tanto nivel involucrado que la inmersión a las batallas, al entorno desértico y a esa vibra religiosa se consigue con poderosa ejecución. En el segundo, Hans Zimmer ha compuesto una banda sonora de épicas proporciones que eleva lo conseguido en la primera cinta, con una combinación de coros, teclados, percusiones y ensamblada de tal manera que cada pieza entra a la perfección en el momento adecuado.

La dirección de Denis Villeneuve es una clase de cómo aprovechar todos los aspectos, dejando grandes secuencias de combate, especialmente cuando el cuerpo a cuerpo es lo central. Para lograr esto se necesita de coreografías exactas y el cineasta ha dado en el clavo con el cast, con actores que lo dan todo, que demuestran amor al proyecto.

Sobre las actuaciones, hay dos caras de la moneda. Una es relativa a una sensación de que nombres como el de Florence Pugh (Princesa Irulan), Christopher Walken (Emperador Padisha), Lea Seydoux (Lady Margot), Anya Taylor-Joy o hasta de Dave Bautista (Bestia Rabban) no han sido aprovechados. 

Sin embargo, aquí entra el otro rostro, el de las interpretaciones que han brillado como la de Rebecca Ferguson (Lady Jessica), Timothée Chalamet (Paul Atreides), Josh Brolin (Gurney Halleck), Austin Butler (Feyd Rautha) o Javier Bardem (Stilgar) han dejado, la mayoría con explosión una película posterior a su introducción, misma que podría darse para una casi confirmada tercera entrega.

No cabe duda que Duna: Parte Dos es un espectáculo de esos que no se tienen a menudo. Rompiendo con la “maldición” que tenía a Duna como una de esas novelas imposibles de adaptar pero que es de esa pasión por este universo que se ha conseguido una obra que debe vivirse si o si en pantalla grande.

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