Una historia de amor con Drácula.

Póster oficial

Las historias de vampiros han fascinado por años a los amantes del terror. Se debe a que son criaturas con deseos temibles y características muy peculiares. Aunado al basto repertorio de interpretaciones cinematográficas, se une Luc Besson con Drácula (Dracula: A Love Tale, 2025).

Han pasado 400 años desde que un hombre negó a Dios su alma como consecuencia de la injusta muerte de su querida Elisabeta (Zoë Bleu). Ahora, en 1879, el inmortal ser conocido como Drácula (Caleb Landry Jones) no descansará hasta volverse a reunir con quien alguna vez fue su amada.

Esta es una historia donde se le da otra perspectiva a Drácula, ya no se trata de una criatura irascible llena de sed de sangre y ganas de matar. Si no que se trata de un hombre que se siente defraudado por todo lo que alguna vez creyó y luchó. Es por eso mismo que este conocido conde del terror se aprecia ahora, desde la perspectiva de Besson, como un romántico empedernido que no se rendirá en encontrar a la reencarnación de su verdadero amor. Esto a la par que es tratado de detener por un sacerdote (Christoph Waltz).

De esta manera el personaje principal deja de ser visto como un villano y pasa a ser un mártir. Esta historia permite empatizar y entender por completo el actuar del conde, ya que no se trata de morder a otros sólo porque sí, sino que todo actuar de él está sustentado para poder conseguir su meta.

Besson en esta ocasión integra dos elementos pilares que resultan clave en todo momento de la historia: el amor y la creencia religiosa. Y es que tras saber el trasfondo del personaje, ya no se reduce a una lucha entre el bien y el mal; sino algo un poco más complejo donde no queda tan claro quien tiene la razón.

Dado que el objetivo de la cinta no es infundir miedo, la caracterización de los vampiros no es tan exagerada. En el caso de Drácula se aprecia a un ser con piel bastante envejecida y colmillos; pero esta apariencia es relativa, ya que basta que beba sangre para rejuvenecer físicamente. Lo que lleva a otro punto, en este caso Drácula no aspira a la vida eterna, por el contrario le resulta una condena. A él no le importa eso, solo el amor; por ello que tenga un desinterés en lucir joven. Y es con esto que la cinta lleva a reflexiones encaminadas al valor de la vida más allá de su finitud: pues en este caso lo importante no es vivir muchos años o alcanzar la inmortalidad; sino la felicidad y el amor.

En cuanto a aspectos técnicos, podemos decir que el maquillaje no es tan sofisticado, pero cumple. Sin embargo, los efectos especiales tienen problemas de realismo, pues al momento de presentar criaturas como gárgolas se ve un acabado totalmente artificial. Por otro lado el vestuario es versatil de gran ayuda y sirve para mostrarnos las distintas épocas en las que el conde esta llevando acabo su búsqueda.

Las actuaciones y el como están retratados los personajes llena de vida y le da una gama de posibilidades a la cinta. Desde médicos que no se explican la existencia de vampiros, sacerdotes completamente diestros en el tema, secuaces del protagonista con una actitud muy diferente a él e incluso vemos al mismo conde en distintos momentos de la historia donde muestra una complicidad y sensualidad con las mujeres.

Por todo lo anterior, debe advertirse que si buscas una historia llena de terror y sangre, entonces esta interpretación del personaje no cumplirá con esas expectativas; pues se trata de una aproximación diferente. Ya que en esta ocasión Luc Besson nos cuenta una historia de amor de Drácula con mensajes bastante poéticos.

Trailer oficial