La película más aterradora y fría de Christopher Nolan.

Póster oficial

Christopher Nolan nos sumerge en un viaje a través de la ciencia, la cruel élite del poder y el arrepentimiento humano en una cinta que se vuelve aterradora a medida que va avanzando. 

El argumento nos presenta a J. Robert Oppenheimer, quien fue contratado por el gobierno estadounidense para liderar el «Proyecto Manhattan» el cual pretendía crear el arma más grande de destrucción masiva hasta la fecha; el propósito final “¿Ganar la guerra, o demarcar su estatus de poder frente al mundo?”.

Esa es una de las interrogantes que el director cuestiona en todo momento. Oppenheimer se vuelve una encarnación del propio Prometeo, la bomba una metáfora del fuego y el gobierno siendo aquellos hombres primitivos que no están listos para recibir dicho conocimiento. 

¿Es una buena película? 

Si, sin embargo nos encontramos frente al relato más Nolan desde su primera cinta Memento del año 2000, lo cuál puede ser difícil de seguir para muchos, tomando en cuenta que la cinta se parte en dos. Por un lado tenemos la visión subjetiva de Oppenheimer interpretado por Cillian Murphy siendo la más interesante y por el otro la perspectiva de Lewis Strauss rodada en blanco y negro con una interpretación bastante convincente de Robert Downey Jr. como el adversario político del protagonista.

Basta con decir que Strauss era un fiel creyente de que Estados Unidos debía ser líder en la carrera armamentística mundial en un contexto en el que Japón había quedado devastado derivado a los acontecimientos que todos conocemos. 

Es en esa rivalidad entre ambos personajes que Oppenheimer toma su lado más humano, el del arrepentimiento, el sentir sangre en sus manos y el oponerse a continuar el viaje por la supremacía que él había comenzado pero que tendría consecuencias irremediables. 

Oppenheimer se muestra como un hombre político que originalmente está interesado en el bien común pero que es en esa ambición científica que queda cegado ante la cruel realidad, el hecho de que ni siquiera el creador de un invento tiene el control o incluso una perspectiva real de todo lo que puede hacerse con su creación. 

Quizá el único punto en contra de la cinta es su duración; posterior a la escena de la detonación el ritmo flaquea un poco e incluso llega a resultar difícil de seguir debido al excesivo uso de diálogos explicativos. 

Las escenas en blanco y negro a pesar de estar increíblemente fotografiadas resultan anticlimáticas, los momentos de Robert Downey Jr. pudieron ser mucho más cortos y sintéticos ya que el verdadero corazón de la cinta está en los científicos. 

Momentos como los de Albert Einstein siendo tan sólo un espíritu guía mediador o la aparición de Kenneth Branagh como Niels Bohr (padre de la teoría cuántica) o la del ingeniero militar Leslie Groves (creador del Pentágono) interpretado por Matt Damon son emocionantes, tenemos frente a nuestros ojos el crossover de científicos más grande jamás visto. 

El viaje del protagonista a pesar de no ser tan rico narrativamente salvo por la mención de sus dos intereses amorosos logra ser convincente e interesante durante las dos primeras horas de la cinta; es a través del ritmo frenético de la edición de Jennifer Lame que cada secuencia se siente como una carrera contra el tiempo, siendo esto una metáfora de aquella contienda intelectual en contra de los alemanes. 

La fotografía es deslumbrante resaltando increíblemente los rostros y la cámara en mano bastante sensorial de los primeros 40 minutos, la escena de la detonación de la prueba Trinity es intensa y emocionante aunque no tan espectacular como algunas otras escenas de acción que el director ha hecho en toda su trayectoria fílmica y el diseño de producción es perfecto creando atmósferas perfectamente detalladas. 

Oppenheimer nos sumerge en uno de los viajes científicos más grandes de la historia desde el descubrimiento del fuego o la creación de la dinamita por Alfred Nobel. Sin duda es un viaje alucinante que nos lleva a nueva faceta del director, un terror psicológico; uno tan intrigante como el de Una mente brillante (película de 2002) o tan perturbador como en Pi, El Orden del Caos (película de 1998).

Tráiler oficial