Una película de Neil Jordan que carece de su estilo distintivo y lirismo inquietante.

Póster oficial

A finales de los años 30, en los bajos fondos de Los Ángeles, el detective privado Philip Marlowe (Liam Neeson) es contratado para encontrar al ex amante de una glamurosa heredera (Diane Kruger), hija de una conocida estrella de cine (Jessica Lange). La desaparición desentierra una red de mentiras y Marlowe se verá envuelto en una investigación peligrosa y mortal en la que todos los implicados tienen algo que ocultar.

Finalmente llegamos a la película número cien de Liam Neeson que es dirigida por Neil Jordan y entramos una historia estilo noir jugando a los detectives mientras todo se va desenvolviendo en una horda de suspenso y clichés, trama confusa, actitud principalmente machista y racista (que se justifica por la época en la que está ambientada) a pesar de estar basado en el libro “La rubia de ojos negros” de Benjamin Black.

Marlowe va a conocer a varias personas y trata de aprender más sobre el caso, fumando cigarros y enhebrando los vasos de whisky en el proceso, hay algunas escenas breves en las que patea traseros o juega con el arma. Pero el punto principal es visitar clubes oscuros y conocer personajes terrenales (Alan Cumming, Danny Huston, etc.), a medida que la verdad sale a la superficie lentamente.

Es divertido ver a Liam Neeson y Jessica Lange citar a James Joyce y Christopher Marlowe el uno al otro y la mayoría de los actores son memorables de una forma u otra, pero en última instancia, el asunto sigue siendo lamentablemente poco interesante. Neeson ha realizado demasiadas películas de acción y hubo una ocasión en que dijo que se separaría de ese género, pero ha sido tanto que quizá ya olvidó como realizar otro género que no sea esa zona de confort en la que se encontraba y sin olvidar lo viejo que está, las actuaciones convincentes provienen de Jessica Lange y Alan Cummings, ambos con un efecto tan grande que es como si estuvieran en una película diferente a los demás.

Los vestuarios y la ambientación se defienden para la época pero no suma algo memorable por si solos, funcionarían mejor si el homenaje a este género fuera en blanco y negro para emular esos años pero que actualmente funciona a medias, la música es la que ayuda a situarte mejor en escena.  No hace nada para reinventar la rueda del cine negro y el guion podría haber usado un poco más, pero es una imagen de género lo suficientemente entretenida después de su segundo acto. 

Para una película de Neil Jordan, esta es una adaptación decepcionante que carece de su estilo distintivo y lirismo inquietante. Incluso sus películas de género más recientes como The Brave One y Greta tenían elementos que apuntaban a un director con una visión fuerte. Pero en Marlowe, todo lo que obtenemos es un ejercicio de género algo genérico y enrevesado.

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