El gran comienzo de Sofia Coppola.

Durante la década de 1990, diferentes directores decidieron explorar con mayor profundidad temas que en aquella época causaban sorpresa, incomodidad pero que a la vez eran atractivos por ser transgresores o poco habituales. Estas mentes creativas experimentaban con nuevos estilos y actores jóvenes que, además de talentosos, eran promesas latentes de una nueva etapa que estaba comenzando.

Nombres como Gus Van Sant (My Own Private Idaho, Good Wil Hunting, Speedway Junky), Luc Besson (Léon, Nikita, Juana de Arco), Quentin Tarantino (Reservoir Dogs, Pulp Fiction), por mencionar algunos, fueron cruciales en el estilo que se iba seguir, inspirando a las siguientes generaciones.

Influenciada por lo anterior y por su padre, el prominente Francis Ford Coppola (que también marco la década con Drácula de Bram Stocker), Sofia Coppola decide dejar de lado una criticada carrera actoral (marcada por su interpretación en la tercera entrega de El Padrino) para ponerse detrás de la cámara como realizadora.

Si bien, tuvo un primer buen acercamiento con el corto Lick The Star, Sofia demostraría sus capacidades como principal responsable en Las Virgenes Suicidas, donde gracias a un elenco comprometido, música memorable, una dirección de calidad y un ritmo fluido, consigue un debut icónico que ha envejecido de buena manera, además de realizar una de las mejores adaptaciones de libro alguno a la gran pantalla.

LA HISTORIA

En un barrio residencial de Estados Unidos, a mediados de los 70, pocas cosas pueden turbar la tranquila armonía de la familia Lisbon. Las cinco hermosas hermanas se han convertido en el secreto objeto de deseo de los chicos, que suspiran por ellas cada vez que las ven. Sin embargo, algo hace que todo esto cambie cuando Cecilia, la menor de las hermanas, se suicida a los doce años de edad.

¿Cómo puede vivir la belleza en estado puro con una macabra historia adolescente? Esta es la pregunta que persigue a uno de los adolescentes que ya en su madurez no ha podido borrar de su cabeza los hechos que ocurrieron 20 años atrás.

OPINIÓN

Basada en la novela homónima de Jeffrey Eugenides y con Fracis Ford Coppola como productor, la cinta no solo es apegada al texto de origen, sino que consigue plasmar la melancolía, la ingenuidad y la feminidad e incluso, la llevan a un nivel diferente, mérito del guión adaptado por la directora.

Desde el principio, la crítica a la modernidad, el individualismo, la falta de empatía y una sociedad rígida que se dice preocupada por la juventud pero que, a su vez, la juzga, la menosprecia y que trata sus problemas como situaciones banales, es clara y contundente. La cinta es llevada de una manera estéticamente interesante, humana, pero sobre todo, femenina, algo que dota de mayor realismo en comparación al libro.

A destacar es el hecho de que los suicidios sean latentes y causen efecto, pese a que no se muestran de manera explicita. En todas ellas, Coppola hace uso de un excelente lenguaje cinematográfico para llevarlas a buen puerto, e incluso, logra escenas memorables, donde diálogos y música convergen espléndidamente.

Inspirada en el estilo del fotógrafo Takashi Homma de los suburbios de Japón al elegir los lugares de filmación, la directora refleja de manera espectacular el estilo suburbano que propone Eugenides en el libro. Aprovechando el invierno e inicio de la primavera, se consigue una iluminación que va de maravilla con el tono nostálgico de la historia.

La música de AIR, que apenas un año antes había sorprendido a todos con el monumental Moon Safari y que ya estaba colocada como una de las propuestas más importantes de la música electrónica (exponente del sonido ambiental de la década de 1990), dota de una solemnidad sin igual a cada secuencia. Cada una de las canciones acompaña magníficamente la parte visual, consiguiendo que las actuaciones sean aún más profundas. No por nada Pitchfork colocaría, en 2019, a las composiciones de la banda francesa en el puesto número 4 de los “50 Mejores bandas sonoras de películas de la historia”.

Hay que reconocer que el elenco esta bien seleccionado y que entrga buenas actuaciones, destacando las de James Woods (nominado al Oscar de Mejor Actor por Salvador en 1986 y al de Mejor Actor de Reparto por Fantasmas del pasado en 1996) y Kathleen Turner (nominada al Oscar a Mejor Actriz por Peggy Sue Got Married en 1986) que interpretan a los padres sobreprotectores y fanáticos religiosos de las hermanas Lisbon.

Por parte de las Vírgenes Suicidas, sobresalen Kirsten Dunst (que ya había destacado en Jumanji, Mujercitas y Entrevista Con El Vampiro) quién encarna perfectamente a la emblemática Lux Lisbon, la más despreocupada y sensual de las 5; y Hanna Hall (la versión infantil de Jenny en Forrest Gump) que impacta como Cecilia, la menor de las Lisbon y que con una actitud fría es la que transmite más emociones.

El ritmo lento y contemplativo de la película se contrarresta con unos diálogos bastante interesantes y naturales, gracias a un formato similar al de un documental que incluye entrevistas, una narración que va dando mayor sentimiento a todo y por supuesto, planos generales que contextualizan todo el producto.

Como puntos bajos, encontramos algunos momentos muertos, cabos que no se atan (hay detalles que no se explican) y por ratos, la cinta parece durar más de los 90 minutos que posee.

CONCLUSIÓN

Las Vírgenes Suicidas se coloca como una de las mejores adaptaciones literarias realizadas, así como de un clásico imperdible para pasar un rato agradable.

Sofia Coppola comenzó de manera brillante una carrera como cineasta que alcanzaría su punto más alto con su siguiente película Lost In Traslation. A partir de su primer largometraje, ya demostraría muchas de sus cualidades y capacidades con las cuales se convertiría en la tercera mujer en la historia en ser nominada a por el Oscar a mejor director.

¿Listos para conocer y enamorarse de las Lisbon?

Tráiler Oficial