De identidad, rebeldía y motocicletas.

Póster oficial

Los clubes de motocicletas en Estados Unidos se comenzaron a crear en los años 40 con el objetivo de que personas que disfrutaban conducir y correr en estos vehículos pudieran hacerlo unidos. Los clubes comenzaron a crear su propia subcultura en la que tenían un código de colores específico, reglas y jerarquías.

El Club de los Vándalos (The Bikeriders) dirigida y escrita por Jeff Nichols, nos narra precisamente la conformación de este club de motocicletas. Johnny, interpretado por Tom Hardy, inspirado por un programa televisivo y por su amor a las pláticas de motos y las carreras decide crear su propio club de motos. La creación de éste le permite conocer a nuevos hombres amantes de las motocicletas, entre ellos Benny (Austin Butler), un joven rebelde al que llega a admirar. 

La película retrata la percepción que había en 1940 con respecto a los miembros de clubes, así como realmente lo que se vivía en ellos. La historia es contada por Kathy interpretada por Jodie Comer, quien al ser esposa de Benny estuvo en los momentos más trascendentales para el desarrollo de ese club. 

Esa dualidad en la cual la historia parte de fragmentos en los que Kathy está contando cómo vivió algunos acontecimientos y las escenas en las que nos muestran dichos eventos en ocasiones parecen no tener secuencia cronológica. No solo en la “época actual” que da brincos en distintos momentos de la vida de Kathy y que ésta logra “retomar” la plática donde la había dejado años antes; sino que la historia de cómo evolucionaron los Vándalos hasta convertirse en un club tan grande se vuelve lenta por los saltos en el tiempo. 

Las actuaciones de todos los personajes logran que conectes con sus historias y puedas comprender que los lleva a todos a querer pertenecer a un grupo. Logran que desarrolles empatía por algunos de ellos y también que no te agraden otros sin perder realismo. 

Es un filme con un ritmo un poco lento, sin embargo, eso lo hace más real y más verídico. 

Tráiler oficial