Un combate cinematográfico a la segura.

Póster oficial

Desde su estreno en 1976 la franquicia de Rocky Balboa, aquel mítico boxeador de la ficción que hizo grande a Sylvester Stallone, ha inspirado tanto a futuros pugilistas como a público casual gracias a una fórmula ganadora que combina drama con el que uno se puede identificar fácilmente y una dosis de acción que eleva este deporte; este aspecto revolucionó para siempre la manera de plasmar en pantalla todo tipo de secuencias deportivas.

Tras 6 películas con “El Semental Italiano” como protagonista, sería para 2016 que la saga continuaría a través de la historia de Adonis, hijo de Apollo Creed (primer rival importante de Balboa), cinta que revitalizó esta saga gracias al respeto de Ryan Coogler por esta serie de películas y al compromiso de Michael B. Jordan, quien se entregó de lleno a su papel como el nuevo protagonista.

7 años más tarde, llega a salas de cines la tercera entrega de Creed, una cinta que tiene una alta ejecución técnica pero que no encuentra el tono correcto anímico para consagrarse.

Adonis Creed está prosperando en su carrera y en su vida familiar. Cuando un amigo de la infancia y antiguo prodigio del boxeo reaparece tras cumplir condena en la cárcel, está ansioso por demostrar que merece su oportunidad en el ring.

En su debut como director, Michael B. Jordan da mayor peso a la parte dramática que a la acción. Para esta nueva película con su personaje más emblemático, el ahora cineasta ahonda de manera central en el tema de dejar atrás el pasado para apreciar el presente, lo que se ha ganado y lo que se ha construido.

La línea de superación que ha servido como modelo en las 8 películas anteriores se continúa en detrimento de alguna novedad y sin conseguir emocionar. Están presentes los componentes clásicos de la narración de Rocky: un protagonista que deberá pelear para alcanzar sus objetivos, una fuerte carga del pasado resuena para tambalear el horizonte y un adversario que se ve más poderoso será la prueba definitiva para el principal. Todos estos elementos están bien filmados pero en la manera en cómo están escritos no terminan de explotar como deberían.

Se extrañan aquellas secuencias distendidas de entrenamiento, pasando velozmente a las peleas, mismas que presentan una parte visual interesante pero que se han limitado a unas cuantas para darle mayor espacio al entorno personal de Creed, su pasado y un poco de su faceta como padre.

Este filme sirve como un complemento para conocer de mejor manera a Adonis, siendo Dame el personaje que más llama la atención y a quien se le debió dar un poco más de peso por la novedad que supone. Es su carácter salvaje, el imponente físico que posee y ese conflicto que lo ha motivado, son alicientes más que suficientes para darle mayor tiempo en pantalla.

La selección musical y las composiciones para esta película son llamativas. Dreamville hace una excelente labor al entregar tracks rítmicos que harán mover la cabeza del espectador aunque no sea muy afín al hip hop o rap. Mientras que en lo segundo, Joseph Shirley compone a partir de una base de percusiones y sintetizadores piezas que le dan a las cuerdas una refrescante cara, incluso retomando los temas principales tanto de las cintas de Rocky como las anteriores de Creed que suponen un homenaje musical latente.

En cuanto a las actuaciones, todos están comprometidos con sus papeles, destacando a Michael B. Jordan que muestra de nueva cuenta si amor a esta franquicia y a Jonathan Majors como Dame, quien con sus gestos e incluso miradas impone respeto y se perfila como un rival duro de vencer.

Si bien puede ser una opción de entretenimiento y desestres, Creed III no termina por explotar, quedando como un drama con pinceladas de acción que no sé arriesga, que mantiene la guardia en alto y que dependerá del público si pasa o no la prueba.

Tráiler oficial