Del tablero al cine con efectividad.

Póster oficial

Es curioso como el tiempo acomoda las cosas, especialmente para la cultura geek. Hace décadas, los videojuegos, las películas y hasta juegos de mesa que grupos de “gente rara” amaban, eran vistos como objetos de inadaptación social o como un refugio para no afrontar la realidad.

El tiempo y la búsqueda por parte de los estudios de tener propiedades que dejen ganancias gracias a la imaginación que en ellos existen, ha hecho que eso que tanto se señalaba hoy sea visto como sinónimo de disfrute o eventos que prometen extender la influencia del material base así como de la posibilidad latente de introducir con éxito estos mundos a la cultura pop.

El turno le corresponde al clásico juego de mesa, ese en el que un grupo de amigos vive aventuras fantásticas, en las que los obstáculos aparecen por el azar y estos se superan tanto con suerte como con estrategia. Llega a cines la adaptación de “Calabozos y Dragones“.

HISTORIA

Un encantador ladrón y un grupo de aventureros se embarcan en una búsqueda épica para recuperar una reliquia perdida hace mucho tiempo. Sin embargo, su aventura se tuerce peligrosamente cuando se meten en problemas con la gente equivocada

OPINIÓN

Con experiencia en proyectos que tienen historias fantásticas como Spider-Man Homecoming o la próxima The Flash (M. Goldstein) y con carrera actoral en series de aclamación como Bones (Daley), la cinta consigue entretener de principio a fin gracias a una agilidad que aprovecha la sencillez de la trama trasladada a una aventura que retoma la fortuna antes mencionada con estrategias que siguen las reglas del mundo mágico.

Si bien hay ciertas conveniencias de guion, lo cierto es que la misión de ofrecer un rato de entretenimiento sumerge al espectador en el mundo presentado. Es curioso como con vistazos desde el cielo y algunas interacciones del grupo de héroes con su entorno consiguen generar interés además de construir un mundo que se siente más interesante que otras franquicias con mayor presupuesto o con el peso de un pasado establecido.

La película basa su efectividad en el carisma de los personajes. Aunque solo el Bardo y la bárbara guerrera posean una construcción más sólida, afortunadamente cada uno de los miembros de este equipo tienen un momento para brillar, se presenta una evolución más que convincente, pese a lo predecible de la misma, sumado todo esto a ofrecer una estética que calza bien con sus personalidad y habilidades.

Habrá que reconocer que la trama posee varias conveniencias que hace que todo avance efectivamente, como la ausencia en la parte más crucial por parte del Paladín o un exceso de confianza que hace que el Bardo caiga en trampas que se debieron calcular.

Pero esto se contrarresta con una parte visual que se ejecuta de manera formidable tanto en la animación como en la creación de criaturas y objetos mágicos que se introducen para ayudar a que todo siga adelante con su respectiva justificación. 

Los mensajes de amistad y confianza que lleva al autodescubrimiento en uno mismo, son la piedra angular que se mantiene como en el tablero de juego. El trabajo en equipo, hacer de las debilidades oportunidades para salir a antes o de luchar por las causas buenas, valorando a los seres queridos resulta en un punto que sin duda hace falta en estos tiempos de agenda.

Claro está que la última existe en el Cast pero justamente los actores se notan comprometidos en su mayoría, si bien la dirección actoral pudo en algunos casos aprovechar mejor las personalidades de los personajes. Destacan Chris Pine que se ha encasillado en el típico principal o secundario encantador, atractivo e inteligente, líder de equipo; Michelle Rodríguez ofrece una combinación de rudeza con ternura, en el clásico papel de gigante bonachón que es la auténtica fuerza bruta del grupo; Justice Smith es el mago que debido a su poca confianza no ha explotado sus habilidad y es con esto que se generan las situaciones más hilarantes del filme; por su parte Hugh Grant es un típico antagonista, el estafador que tiene pasado con el resto de ladrones y que buscará ganar todo lo posible.

Tanto Sophia Lillis, Regé-Jean Page como Daisy Head encarnan a los personajes más interesantes y, de alguna manera, rebajados en poder por el bien de la trama. Lillis es una druida que tiene la capacidad para transformarse en animales, ofreciendo varias de las secuencias más alucinantes de la cinta y que aquí no demuestra su excelente labor que ya se vio en las más recientes adaptaciones de IT o en Gretel y Hansel; Page es un paladín con un código moral inamovible con increíbles habilidades de combate y que si aparecía más tiempo la película terminaría más rápido; Head es el villano cliché ultra poderoso, hechicera que quiere conquistar el mundo y que no se siente del todo aprovechada por, nuevamente, el bien de la trama.

El diseño de vestuario es de buena calidad, trayendo la magia de esos mundos medievales fantásticos, aprovechando para hacer parodias a diversas franquicias de este género (la mejor de todas: la referente al Señor de los Anillos), se complementa con música que encaja bien en los momentos de mayor dramatismo y que le da un plus a los combates que presentan buenas coreografías.

Si bien, Calabozos y Dragones: Honor Entre Ladrones no representa una revolución en este tipo de cintas como sí lo hizo Jumanji en 1995, no cabe duda que se posiciona como una opción funcional para quienes buscan divertirse, una aliciente para adentrarse en el mundo de este juego de dados y que representa un esfuerzo notable por concentrarse en ofrecer aventuras en lugar de sermones.

Tráiler oficial