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Licorice Pizza | Reseña

Amor de verano en un “coming of age” setentero.

Póster oficial

4.5

Ficha Técnica

  • Director: Paul Thomas Anderson
  • Año: 2021
  • Guion: Paul Thomas Anderson
  • Música: Jonny Greenwood
  • Actores: Alana Haim, Cooper Hoffman, Sean Penn, Tom Waits, Bradley Cooper, Benny Safdie
  • Distribuidora: Universal Pictures
  • Fecha de estreno: 24 de febrero de 2022 (México)
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Uno de los directores más prolíficos en los últimos años sin duda es Paul Thomas Anderson. Nacido en 1970, forma parte de aquella generación que creció con la cultura del videotape en medio de la zona del Valle de Los Angeles. Desde el inicio de su carrera, hacía videos amateurs  similar a Spielberg y sus proyectos en Super 8, pero con la ayuda de las videocaseteras. Ese contexto de crecimiento y desarrollo es aprovechado por el realizador a través de su filmografía.

Comenzando con Hard Eight en 1992, en la que encontraría a actores que serían parte importante de sus futuros filmes (John C. Reilly, Phillip Baker Hall y Phillip Seymour Hoffman), la carrera del joven cineasta daría una tremenda vuelta de tuerca con Boogie Nights: Noches de Placer (1997), en la que tomando una idea de uno de sus cortos de antaño llamado The Dirk Diggler Story que hizo en 1988, explotó lo que era la vida en esa época mientras hablaba del éxito y la caída del cine porno.

Curiosamente, este contexto vuelve a la vida para él de una forma mucho más ligera con Licorice Pizza (2021), una comedia romántica ubicada en esa misma época que cuenta el relato de Alana (Alana Haim) y Gary (Cooper Hoffman), jóvenes cuya diferencia de edad hacen de su viaje amoroso algo muy particular al rodearse de momentos icónicos y referencias a personajes históricos al puro estilo de Paul Thomas Anderson en una ficción llena de mucho corazón, música y magia cinematográfica.

No es la primera vez que Anderson toca el amor en sus cintas. Habrá que recordar aquella cinta con Adam Sandler acerca de un romance destinado a perder en Embriagado de Amor (2002). Ahí, el director explora recovecos un tanto más oscuros en una tragicomedia negra. Pero en Licorice Pizza se inclina por ese mundo colorido de la década de los 70s, con la música disco, las referencias a la cultura pop todo en medio del furor de las hormonas desatadas por sus protagonistas que poco a poco van creciendo hasta reconocer lo inevitable.

Una de las principales bellezas de la cinta recae en el carisma de sus protagonistas. Alana Haim resulta refrescante como el objeto de deseo adolescente de Gary. Su arco resulta interesante pues pasa por varios puntos hasta que la madurez le llega de alguna manera. Y que decir de Cooper Hoffman, hijo del fallecido Phillip Seymour, que en este primer papel resulta ser el acompañante perfecto en un rol que mezcla la inocencia y desenfreno juvenil con los amores idílicos y la constante mentalidad ganadora que le da un carácter brillante, demostrando que puede seguir los pasos de su padre.

Otro gran punto es, sin duda, el diseño de producción y arte que traen de vuelta toda esa vibra de la vida en el Valle de California en los 70s, dando detalles y referencias que marcan el paso del tiempo entre estos dos amigos que tienen una química tremenda. Al lado de ellos se construye un universo con papeles secundarios que, con todo y su corta aparición, resultan fundamentales para que el romántico ‘coming of age’ de Paul Thomas funcione.

En esta galería de personajes encontramos a Bradley Cooper, Sean Penn o Tom Waits, por nombrar algunos, que demuestran de nueva cuenta la buena forma en que el realizador trabaja el cine de ensamble, heredando las viejas glorias de Robert Altman, algo que ya había hecho marcadamente en Magnolia (1999). Esto, aunado a una fotografía espléndida por parte del mismo Anderson y Michael Bauman que remite a ese aire veraniego al que hacía alusión las letras de Roberto Jordán y su ‘Amor de Estudiante’ o al de los momentos de locura de Travolta y Newton John en Vaselina (1978).

A su vez, Anderson utiliza de gran forma el recurso de la música para su narrativa audiovisual como pocos. Es así que durante este bello viaje de romance y amistad podemos escuchar temas de Nina Simone, The Doors, Paul McCartney, Taj Majal, Sonny & Cher, David Bowie, entre otros, que funcionan como perfecto acompañamiento. Esto aunado a otra buena participación en el score original por parte de Johnny Greenwood, que le dan un sentido aún más emotivo a la narrativa sin caer en el mal de la rocola eterna de poner canciones sólo porque sí.

Y qué decir del trabajo de cámara, donde Anderson deja de lado esa frialdad utilizada en su dirección al que recurrió para su anterior filme, El Hilo Fantasma (2017) y regresa a un dinamismo donde se percibe el constante movimiento, reflejando no sólo el paso del tiempo para Gary y Alana sino ese constante caminar (o correr) lleno de encuentros y desencuentros que culmina con un momento de película lleno de alegría, pues aunque la diferencia de edad existe, eso no es límite para crecer ni mucho menos para amar. 

Conclusión

Licorice Pizza, cuyo título hace referencia a los populares discos de vinilo de la época, no es la mejor película de Paul Thomas Anderson. Sin embargo, sí resulta una experiencia con mucho corazón, llena de una sensación que remite justamente a un LP setentero hecho para disfrute del escucha, o en este caso, el espectador, en una historia llena de pasión inocente, de algo muy personal y empático pero sobre todo de un amor de verano setentero que nos muestra lo agridulce que es crecer y enamorarse de vez en cuando.

Tráiler oficial

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Comunicólogo, cinéfilo, amante de la lectura.